Desde la “Banda de Cornetas y Tambores Nuestra Señora de Gracia” (Carmona), nos complace anunciar el acuerdo de “Renovación” del contrato que nos une a la “Ilustre Hermandad de Nuestro Padre Jesús en la Columna, María Santísima de la Paciencia y Santiago Apóstol” (Carmona), para la tarde-noche del “Jueves Santo 2024”.
En la tarde de hoy día 25 de Julio, coincidiendo con la solemne función en honor a Santiago Apóstol, ha tenido lugar “la firma del contrato” que nos vincula un año más a nuestra querida hermandad de “La Columna” de Carmona.
Dicha firma ha tenido lugar a los pies del Señor, habiendo una alta afluencia de hermanos por parte de la hermandad y componentes de nuestra formación dada la relevancia de este acto, ya que el próximo año se cumplirán “veinticuatro años” acompañando musicalmente a “Nuestro Padre Jesús de la Columna”.
Desde estas líneas nos gustaría agradecer a todos los hermanos/as y en General a toda la Hermandad el interés, la confianza y el cariño depositado en nuestra formación en todo momento y durante todos estos años de unión musical y espiritual.
Desde nuestra formación nos sentimos parte de la hermandad, ya que tenemos el privilegio de aliviar con nuestra música “el caminar de nuestro señor cada Jueves Santo” por las calles de nuestra ciudad.


La Hermandad de La Columna de Carmona queda establecida desde siempre en la iglesia de Santiago Apóstol, donde la advocación de la Humildad y Paciencia se cree que existió desde pasada la mitad del siglo XVII. Junto a dicha advocación se formó un culto pasionista que creó sus reglas como Cofradía de penitencia en el año 1656. En dicho año se sustituyó una antigua imagen por otra realizada por Alonso Martínez, que en 1676 se cambió por cambió por otra de José de Valenzuela.
La primera reformas de sus Reglas son del año 1678. En ella se establecía un número máximo de 200 hermanos, que entre otras normas obligaba al convite de doce pobres en el día del apóstol Santiago.
En 1714 Francisco Bolaños y Francisco de Gálvez hicieron un paso procesional para la Cofradía, que no obstante no quedó del agrado de ésta. Con esta y otras aportaciones, y ante el aumento de volumen de sus enseres, la cofradía solicitó del consejo de Carmona un lugar adecuado junto a la iglesia donde poder guardarlos debidamente.
De finales del siglo XVIII es la imagen de la Virgen de la Paciencia, atribuida con fundamento a José Montes de Oca, y que tras dos largos siglos como titular fue sustituida por la que vemos hoy. Y de 1789 es la imagen de Jesús en la Columna, la que aún procesiona, obra de Manuel García de Santiago.
A finales del siglo XIX este Cristo de la Columna procesionaba en un paso de estilo neogótico con atributos de la pasión, ornamentado con flores y con cirios sobre altos candelabros, figurando a su lado dos sayones representando los azotes. Por su parte, la Virgen de la Paciencia lo hacía en paso de palio de tres varales por lado, y así se mantuvo hasta que la Hermandad adquirió un nuevo palio de cinco varales, procedente de Sevilla y pasado luego a seis, con bambalinas que fueron bordadas en 1899 por el célebre Juan Manuel Rodríguez Ojeda. Solo tres años después fue adquirido también un manto procesional diseñado por el tallista Guillermo Muñiz con temas de hojas de acanto, que fue bordado por Josefa Antúnez, su madre.
En 1923 se aprueban nuevas Reglas y se hacen algunas reformas, entre otras, la adquisición de un nuevo paso de Misterio creado por el carpintero Manuel Rodríguez Pozo. En 1948 el paso estrena las nuevas andas que hoy conserva, con algunas modificaciones de Manuel Guzmán Bejarano y Antonio Díaz.
En 1953 la Dolorosa atribuida a Montes de Oca es sustituida por la actual, obra de Francisco Buiza Fernández.
Nuestro Padre Jesús en La Columna
Nuestro Padre Jesús en la Columna es una advocación que surge de la tradición histórica y doctrinal del pasaje evangélico de la flagelación.
Cristo de pie, amarrado por las muñecas a una columna de fuste bajo, con la espalda desgarrada a latigazos y el resto del cuerpo arañado, con paño de pureza y potencias, es el modelo iconográfico –contrarreformista- de Nuestro Padre Jesús en la Columna.
Nuestra efigie mide un metro con setenta y un centímetros de altura, se apoya en una columna levísimamente troncocónica de noventa y un centímetros al eje por veintiuno con cinco de diámetro medio, sobre una basa cuadrada de dos centímetros de alto, y descansa en una peana de diez con cinco por ochenta y seis de frente y setenta y cuatro de fondo.
Tiene apariencia serena porque es Dios azotado, por tanto, físicamente ajeno al severo castigo que recibe como hombre. Sólo apuntado en cuanto a la talla por la crispación leve de las manos, convenientemente formadas, con los dedos algo flexionados, excepto el meñique derecho que está en tensión. La mano izquierda apoyada en la columna y sobre ella el antebrazo derecho, haciendo que la imagen se incline hacia delante con suavidad, descargando su peso aparente sobre la pierna derecha y exonerando la izquierda. La cabeza escasamente girada a la derecha, el rostro enmarcado por la melena, peinada hacia atrás, la boca entreabierta entre aseadas barbas y los ojos recatados. Cuello y hombros descubiertos.
En cuanto a la policromía, tiene la encarnadura salpicada con moderación de moretones y heridas, pequeñas hemorragias por todo el cuerpo, en general, salvo en la espalda, donde las lesiones son mucho más traumáticas. La columna y la peana están hoy jaspeadas, y el estofado se reduce al paño de pureza, cruzado por delante.


Concebido para salir en procesión, visto sobre unas parihuelas, diríase que Nuestro Padre Jesús en la Columna es uno cuando se acerca y otro distinto cuando se aleja, se acerca hierático como Dios, y se aleja lacerado, como hombre. Diríase que compadeciente se acerca y compadecido se aleja, sin inmutarse. En este sentido, representa acertadamente la dualidad de Cristo, que es Dios hecho hombre, recargando las tintas la dualidad de la propia imaginería, conjunción de talla y policromía, de escultura y pintura.
Posee la Hermandad dos juegos de potencias para recordar de modo fehaciente la divinidad de Cristo. El más antiguo de los conservados, es obra rococó en plata con rayos a bisel debida al orfebre José Adrián Camacho. Igualmente, posee varios cordones en memoria de que el Señor se sometió sin resistencia
Además de las potencias y el cordón, el atavío de esta Imagen se completaba antes con un paño de pureza a modo de faldellín, bordado en oro con rocallas. Fue un regalo del prioste Cristóbal Navarro. Paño convertido en saya de María Santísima de la Paciencia.
Hasta fecha reciente y durante dos siglos pudo leerse pintado y repintado en el frente de su peana, hoy en su interior, el texto siguiente: “Este Señor se hizo año 1789 siendo prioste Joseph Rodríguez Ballestero lo hizo Manuel García de Santiago”.
Hasta mil novecientos ochenta y tres parece que no sufrió ni siquiera una restauración, aparte de repetidos repintes más o menos acertados.
Entre las restauraciones de Rafael Barbero Medina más notables se encuentra la de Nuestro Padre Jesús en la Columna, imagen a la que consolidó, limpió, eliminándole repintes para devolverle su aspecto original a la encarnadura, mejorada con sabios retoques, retalló el brazo derecho y el pie izquierdo, arañó el cabello y rehizo la peana, dejando constancia en ella de la restauración, hecha a comienzos de mil novecientos ochenta y tres.

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